El maestro Ildefonso Rabanillo Martínez, titular de la Escuela nº 3 de Niños de San Roque en el momento de la depuración, figura en el Escalafón de 1933 como natural de Granada, nacido el 22 de septiembre de 1877. No obstante, aparece en documentos anteriores, como en el que mostramos a continuación, de agosto de 1914, fecha en la que, desde el Distrito Universitario de Granada, se recogen los nombres de los aspirantes que han conseguido el paso de maestros interinos a propietarios, propuesta que había sido publicada por la Gaceta en mayo y rectificada en junio. Con el número 375, se le reconocía la categoría y un salario anual de 500 pesetas. En esos momentos, aún no tenía destino adjudicado.

Ildefonso Rabanillo en su escuela en la calle Vallecillo Luján nº 21, en el año 1935.Imagen cedida por Juan Antonio García Rojas,
Ildefonso Rabanillo en su escuela en la calle Vallecillo Luján nº 21, en el año 1935. Imagen cedida por Juan Antonio García Rojas (1).

Hay que esperar a la orden firmada el 19 de julio de 1917 por el director general de Primera Enseñanza –dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes– en la que se publican los resultados del Concurso General de Traslados “con arreglo al Escalafón de 21 de diciembre de 1914”. Dentro de la categoría C, con un sueldo duplicado ya a 1.000 pesetas, aparece Ildefonso Rabanillo, destinado en Codesal, una pedanía del municipio de Manzanal de Arriba, en la provincia de Zamora; que pasará a ocupar plaza en Barcarrota, provincia de Badajoz.

Nombramiento como propietario, agosto de 1914.
Nombramiento como propietario, agosto de 1914.

 

Concurso General de Traslados de 1917.
Concurso General de Traslados de 1917.

Pero, aparte de comprobar el extraordinario deambular de quienes se dedicaban a la docencia por la geografía española, conviene situarnos en el escenario de su proceso de depuración.
Como San Roque quedó integrado en la zona rebelde tempranamente, ya que el acuartelamiento se unió a los sublevados, existen documentos en el Archivo Municipal de la localidad desde finales de agosto del 36, en los que se remiten informes a las nuevas autoridades, en respuesta a las demandas que van estableciendo, conforme controlan un territorio.
No es necesario recordar que, uno de los primeros colectivos reprimidos fue precisamente el de las y los docentes, ya que, para los insurrectos, la enseñanza, en todas sus vertientes, era sospechosa de aplicar las mejoras introducidas por la II República –esas pedagogías que calificaron de “disolventes”–, identificadas como contrarias a los valores que pretendían imponer y que resumían en “españolizar la enseñanza”.
Así, en el mismo archivo de San Roque, encontramos una relación de maestros y maestras que no se han presentado al inicio del curso escolar y unos primeros informes generales muy escuetos, emitidos entre septiembre y noviembre de 1936 desde la alcaldía. Esta documentación es algo así como una verificación de efectivos, una comprobación de quiénes están en sus puestos y no han huido. Obviamente, también son previos a los que se enviarán, de forma individualizada y más pormenorizada, por todos los agentes implicados -alcaldía, Guardia Civil, sacerdote y padre de familia- a la Comisión Provincial, en la tramitación de las depuraciones. En esta localidad, en concreto, la mayoría de este proceso, se realizó a lo largo de 1937.
El 2 de septiembre de 1936, desde el ayuntamiento, se da respuesta “en cumplimiento de lo dispuesto en la Cuarta Orden Circular de Defensa del 26 agosto” (2), donde Ildefonso Rabanillo aparece como “recomendable en todos los aspectos”, lo que apunta a que significaría su continuidad en el ejercicio de sus funciones en el curso 36/37.
Sin embargo, en el expediente de este maestro no se encuentran los primeros informes, en base a los cuales y, acusado de pertenecer a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (3), será suspendido de empleo y sueldo durante un mes. Como era habitual, cuando existían cargos, se iniciaba una nueva ronda de testimonios y el implicado disponía de 10 días para presentar los descargos. Por los escritos de respuesta, sabemos que no fue hasta el 14 de junio de 1937, cuando la comisión presidida por Lahuerta, reclamó dichos documentos.
El cura párroco de San Roque –Francisco Muñoz de Arenillas (4)– responde el 16 de junio, expresando que siempre “ha venido practicando la Santa Religión y recibiendo con frecuencia los Sacramentos”. No obstante, no se queda en esos comentarios que podrían ser suficientes para demostrar su conducta intachable, sino que añade: “Debo advertir que tiene poco valor y muchos achaques, debidos en parte a su edad (Ildefonso Rabanillo tenía en esos momentos, prácticamente, 60 años), por lo que obedeciendo a presiones y amenazas se inscribió entre los Trabajadores de la Enseñanza (…) su conducta profesional en el aspecto moral es inmejorable, no así en el adelantamiento por parte de los alumnos, que aprenden bien poco”.

Escrito del sacerdote para acompañar el descargo del maestro.
Escrito del sacerdote para acompañar el descargo del maestro.

En el escrito desde la parroquia, vemos que Arenillas traslada la culpa a los compañeros de profesión, de ese compromiso sindical adquirido por el maestro, algo también esperable, ya que el sindicalismo y la militancia política, salvo si era en los sectores que apoyaron el golpe, eran considerados, como algo detestable y a quienes los ejercían, peligrosos delincuentes. Pero quizá lo más sorprendente, sea ese párrafo demoledor que incluye, en el que critica las competencias profesionales del docente y pone en duda su valía como profesor. Una apreciación que va a ser enviada, justamente a quienes le estaban juzgando, entre los que se encontraban autoridades de la enseñanza, como era una inspectora provincial, Teresa Izquierdo y que, se supone que debía servir para apoyarlo, no para cuestionarlo. Todo esto nos lleva a reconocer el papel que algunos de los informantes (obviamente, eran todos varones) jugaron en el proceso depurativo. En este caso, Arenillas, desde su condición de párroco, capellán, falangista y activista ideológico para que los niños y jóvenes ingresaran en los principios del Movimiento, se permitía, también, opinar sobre educación y valorar el trabajo y la labor de los docentes, sin más criterios, que los puramente doctrinarios. A veces, no quedaba claro dónde estaba el enemigo.

 

Fotografía del padre Arenillas, en San Roque, en 1937, luciendo las insignias de Falange y la de los Flechas. Imagen cedida por Antonio Barroso Gil a Juan Antonio García Rojas y publicada por Antonio Casaus Balao.
Fotografía del padre Arenillas, en San Roque, en 1937, luciendo las insignias de Falange y la de los Flechas. Imagen cedida por Antonio Barroso Gil a Juan Antonio García Rojas y publicada por Antonio Casaus Balao.

Unos días más tarde, el brigada de la Guardia Civil, Antonio Casablanca Moreno asegura, entre otros términos, que “ha sido siempre persona de orden y de derechas”, respondiendo así a la solicitud de nuevos informes.
Desde junio hay un vacío de documentación hasta el 1 de septiembre de 1937 –seguramente por el periodo vacacional– cuando una carta –sin firma– se envía a la Comisión, llamándola del Personal de Instrucción Pública y Bellas Artes, es decir, empleando el nombre que tenía el ministerio de enseñanza con la II República. En la misma, esgrimiendo el artículo 3º de la Orden de 10 de noviembre de 1936, los cargos que se le encuentran al maestro son: “Pertenecer a Trabajadores de la Enseñanza”. Suponemos que este escrito, dirigido a Cádiz, debe ser la respuesta a la propuesta enviada por Lahuerta, que no aparece en el expediente.
Paralelamente, Rafael Castaña, en calidad de “padre de familia”, afirma que la conducta del maestro es buena, “haciendo la salvedad de que todo ello lo deduzco por la vida que le veo hacer, pues no he tenido nunca amistad con el sr. mencionado”. También hemos comentado esta circunstancia en repetidas ocasiones, ya que, muchas veces, a quienes confiaban la emisión de los testimonios, no conocían a los docentes a quienes tenían que enjuiciar, aportando datos sobre sus ideas políticas, sus actividades sociales, sus creencias morales y religiosas, etc., frecuentemente, por referencias o de oídas.
Así las cosas, mientras todas estas nuevas acreditaciones se van reuniendo para cambiar de opinión a la comisión gaditana, no sólo para evitar la sanción al maestro, sino, también, para eliminar esa mácula en su expediente profesional, el propio Ildefonso Rabanillo, concluyendo con vivas a España y al II Año Triunfal (ese calendario paralelo que funcionó para los golpistas hasta que vencieron en la guerra), el 8 de septiembre de 1937 redacta un emotivo pliego de descargo, en el que expone que se ha “dedicado al ejercicio de mi honrosa profesión, pues llevo ejerciéndola cerca de 30 años, con más de 40 de carrera (soy maestro desde el 3 de marzo de 1894)” –tenía, por tanto, tan sólo 16 años cuando comenzó a ejercer su profesión–. Reconoce que su error fue hacer caso a los compañeros y apuntarse al sindicato “como en mal día hice” y asegura que fue “de modo inconsciente y sin dejar de pensar en la enseñanza”, ya que, reconoce “no he dedicado mi vida más que a la niñez y sólo a la niñez”. Finaliza poniendo por testigos a “todas las autoridades civiles, militares y religiosas que me conocen en este pueblo”.

 

Testimonio del alcalde Antonio de Sola.
Testimonio del alcalde Antonio de Sola.

Pero sabemos que, para que el descargo funcionara, debía llevar parejos una serie de avales. El alcalde de la localidad, Antonio de Sola Monrabal, se reitera en los informes emitidos con anterioridad, diciendo que “dicho señor es y ha sido siempre persona ejemplarísima en todos los sentidos, fervoroso patriota y católico, que casi linda con la beatitud…”.
Del 21 de septiembre existe un acta de la Comisión, que recoge lo siguiente: “Expediente nº 95 (…) vistos los informes, todos favorables y el pliego de descargos y que sólo estaba sancionado con un mes de suspensión de empleo y sueldo, se propone continúe en el desempeño de su cargo y en su misma escuela”. Obviamente, todo esto se aprueba con un año de por medio.
Por tanto, resuelta incongruente la presencia del documento fechado con posterioridad, el 29 de septiembre, en el que Juan Reina Castrillón, en su habitual papel de secretario de la Comisión Depuradora D/ de Cádiz, recoge otro informe de la alcaldía. Puesto que todo indicaba que estaba decidido que la propuesta que se iba a elevar era la de la rehabilitación, es difícil encontrarle el sentido a este nuevo informe. En este documento, aunque recoge el mismo sentir que ha expresado el alcalde que ya hemos comentado y que podemos ver en la imagen anterior, emplea otras palabras que no entrecomilla, por lo que quizá sea el mismo Reina Castrillón el autor de los siguientes términos: “… el hecho de que se haya inscrito en una sociedad sospechosa Los Trabajadores del Magisterio o de la Enseñanza, en la que sin duda ingresó por sorpresa, ya que ello contrasta de modo relevante hasta el extremo de constituir una ironía con la inocencia, religiosidad y tradicionalismo fervoroso de este maestro, cuya característica se puede, sin hipérbole, afirmar que es la del candor”. O, tal vez, la alcaldía envió un informe más y en el acta se repiten las palabras del mismo. Volvemos a recordar que ha pasado un año.
Y es que, algo que no podemos perder de vista, era la necesidad de cubrir plazas de docentes para el curso 36/37 y posteriores, hasta el final de la guerra, así que, desde el nuevo gobierno local, no podían permitirse perder más maestros, para atender a cuantas más escuelas posibles. La escuela era una prioridad, tanto para los militares, como para los eclesiásticos. Era un escenario que debían conquistar, ya que era propicio para formar, por un lado, a las mujeres recluidas, ignorantes y sumisas y, por el otro, a la raza de españoles patriotas y católicos que tenían por objetivo. Así que, sin desmerecer esos méritos en Ildefonso Rabanillo, seguramente también contaba esa situación para salvar a los maestros que bien podían ser acogidos en el régimen, disculpándoles pequeñas faltas, como la de haberse apuntado a un sindicato. En este caso, Ildefonso resultaba una opción ejemplar, no sólo por los comentarios que se presentan en los informes enviados a la Comisión, sino porque hay otro dato que completa su implicación en el pueblo y su posicionamiento político y que nos aporta Antonio Pérez Girón (Pérez 2008) y es que fue concejal del ayuntamiento durante la monarquía.
Gracias al Archivo Municipal de San Roque y a su archivera, Adriana Paredes, hemos tenido acceso a las actas capitulares, donde se puede comprobar que el 8 de abril de 1924, en sesión extraordinaria, se celebra pleno a las 20 horas, bajo la presidencia del alcalde presidente, Francisco Viñas Vinuesa (5). El orden del día es la constitución del gobierno local, de conformidad con el Estatuto Municipal, aprobado por Real Decreto el 8 de marzo del mismo año, redactado desde la Presidencia del Directorio Militar y dirigido al rey, Alfonso XIII. En dichas actas, Rabanillo aparece como asistente, en calidad de concejal suplente, sin que forme parte del consistorio.
Sin embargo, la paciencia siempre aconsejable, nos permite comprobar que sí figura como concejal titular, en otra nueva sesión extraordinaria, celebrada el 16 de enero de 1925, esta vez presidida por el delegado gubernativo (6) de este partido judicial, Don Ricardo Pérez y Pérez de Eulate (7).
No obstante, da la impresión de que Rabanillo no utilizó esta documentación para afianzar su posición como hombre de bien. Al menos, no aparece en su expediente. Ser monárquico era un plus, aunque quizá ese papel no fuera del agrado del modelo que se estaba fraguando. No olvidemos que también los carlistas apoyaron el golpe y existían, por tanto, dos candidatos al trono, del que, no obstante, y con la dimensión del tiempo que nos otorga ver los acontecimientos desde el futuro del momento en que ocurrieron, la corona española quedó vacante hasta la muerte del dictador. La realidad es que, en base a esta documentación, Rabanillo podría haberse identificado como aliado de la dictadura de Primo de Rivera, una verdadera precuela de lo que estaba en ciernes y, por tanto, un firme candidato para la España franquista. ¿Por qué no lo hizo? Quizá en la confusión de aquellos momentos bélicos, no se veían claramente algunas cuestiones que ahora sí encajan.

 

Recorte del acta de 8 de abril, donde aparece Ildefonso Rabanillo como concejal.
Recorte del acta de 8 de abril, donde aparece Ildefonso Rabanillo como concejal.

 

Pero, volviendo a la documentación de depuración, estos traspiés en las fechas, como el que se aprecia en el expediente de este profesor, es algo a lo que ya nos tiene acostumbradas la comisión gaditana, entendiendo que, tal vez, las reuniones se sucedían unas a otras, el secretario tomaba nota y, con posterioridad, pasaba a limpio esos apuntes y les daba formalidad con firmas y sellos y, por tanto, las fechas que aparecen en los papeles no son fiables a la hora de reconstruir todo el proceso depurativo, de forma cronológica.
Finalmente, firmado en Burgos por Enrique Suñer (8), el documento concluyente, lleno de tachones y sin ningún cuidado, para ser un instrumento esencial en la vida laboral de Rabanillo, asume la propuesta provincial y se estima “rehabilitarle en el cargo y a percibir los haberes con cargo a los créditos que se habiliten”.

 

Resolución definitiva con la rehabilitación de Ildefonso Rabanillo.
Resolución definitiva con la rehabilitación de Ildefonso Rabanillo.

Estamos, por tanto, ante una situación caótica para este profesor, en la recta final de su ejercicio, al tiempo que comprobamos cómo una serie de características de su carácter, de su forma de ser, o quizá también de su ideología, pero, sobre todo, es esa condición de candoroso, beatífico, fervoroso, inocente, confiado, con la que lo definen, la que termina prevaleciendo en esta farsa que fue la depuración. Ni siquiera la crítica a su labor, que deja escrita el cura sobre su competencia profesional, tiene efecto, ante los epítetos de tradicional, conservador, patriota, católico, etc. que eran los que decidían el destino de los y las profesionales de la enseñanza.
No obstante, lo que sí está claro es que era una persona solidaria y buen compañero, ya que, en el expediente de depuración de Francisco Garrido Galindo, que no se encontraba en la localidad cuando el golpe y al que le condenaron a la separación y baja definitiva del cuerpo en 1939, Rabanillo, seguramente, jugándose el tipo, escribe un documento apoyándolo con su testimonio, en el largo proceso de descargos que va a seguir Garrido. En el mismo, hace un comentario a un intercambio de experiencias con su compañero y a los trabajos de los alumnos, lo que aparta esa idea de laxitud y desidia que refiere el sacerdote y se nos presenta como un profesional pendiente del aprendizaje de sus pupilos. Y sí que transmitió saberes, como así lo demuestra el testimonio de su exalumno, Andrés Vázquez de Sola, que hemos tenido la suerte de recoger en estas reconocidas y cariñosas palabras: “Un maestro que marcó mi vida y de donde nace mi reconocimiento a los enseñantes”.

 

Alegato de Rabanillo apoyando a Francisco Garrido Galindo.
Alegato de Rabanillo apoyando a Francisco Garrido Galindo.

 

En este cajón de-sastre que a veces se convierte internet, en ocasiones encontramos curiosidades, como este ex libris del maestro Ildefonso Rabanillo Martínez. Los ex libris fueron una práctica común entre quienes deseaban personalizar sus libros y, al tiempo, dejar constancia de su propiedad, para lo que se adoptaron preciosas fórmulas, en forma de sello. En este caso, es su propia firma. El ejemplar, conservado en la Biblioteca Virtual de la Comunidad de Madrid, quizá aporte otro dato más acerca de este maestro. Tal vez en su afición por la novela histórica, por los acontecimientos que vivió el país, en esta versión fabulada del “Dos de Mayo”, de 1846 -un claro antecedente de los Episodios Nacionales de Galdós- escrita por Juan de Ariza, autor de signo romántico, costumbrista y con un cierto aire conservador, también nos aproximemos a definir la personalidad del docente.

Ex libris del maestro Ildefonso Rabanillo Martínez.
Ex libris del maestro Ildefonso Rabanillo Martínez.

 

Por el cronista oficial de San Roque, Antonio Pérez Girón, conocemos que falleció el 26 de noviembre de 1940, de esclerosis renal y nos gusta pensar que, pese a las posibles diferencias ideológicas, frente a la potencial diversidad de posturas políticas, aún cuando la disparidad de posicionamientos en la vida no coincida, quizá, incluso, gracias a todo ello, maestros como él –curiosos, esforzados– abrieron puertas y ensancharon el mundo.

Notas

1. Entre su alumnado se encontraban los hermanos Francisco y Andrés Vázquez de Sola. En la fila superior, el cuarto por la izquierda, se encuentra este último, hijo ilustre de San Roque, galardonado con la Medalla de Andalucía en 2014, genial dibujante y caricaturista, cuya obra puede contemplarse en el Centro de Arte Contemporáneo de la localidad. Andrés guardó, durante toda su vida, excelentes recuerdos de Ildefonso.

2. Firmada, por Federico Montaner, secretario de la Junta de Defensa Nacional, en Burgos, trataba de conocer y organizar el profesorado disponible para el nuevo curso, así como eliminar elementos no deseados. “Al propio tiempo, es importante acordar la suspensión de aquellos Maestros que, pudiéndolo hacer, no se hayan presentado a los organismos y autoridades de Instrucción Pública, cumpliendo con el deber doble emanado de los preceptos legales y de la cortesía oficial”.

3. FETE, vinculada a la UGT, fue constituida en abril de 1931, como continuidad de la Asociación General de Maestros, creada en 1912 y que se había integrado dentro de UGT en 1919. Por tanto, lo que ocurrió fue una sindicalización de lo que antes había sido una asociación. Sus militantes se identificaban con la defensa de la enseñanza pública y laica, así como con valores como la igualdad, la solidaridad y la libertad.

4. Por las informaciones recibidas a través de Antonio Casaus Balao y Juan Antonio García Rojas, sabemos que este sacerdote, aparte de ser el párroco de Santa María la Coronada, ejerció como capellán en la Academia de Sargentos Provisionales, sita en el cuartel de San Roque Diego Salinas y, algo más tarde, también lo fue del propio regimiento. Igualmente, hemos podido verlo en la jura de bandera de la promoción del año 1938, celebrada en La Línea, con la presencia de Queipo de Llano, en la que el padre Arenillas tuvo un papel destacado, al ser el dinamizador del evento. En sus propias memorias, habla de los jocistas, puesto que él también puso en marcha esta asociación denominada Juventud Obrera Cristiana en el pueblo. De igual modo, fue nombrado delegado del Frente de Juventudes, debido a su condición de falangista, completando así, un perfil de apoyo total a la sublevación. Por otros testimonios de personas vecinas, también se conoce, entre otras, su afición a los negocios, lo que nos pone en circunstancias de pensar que, si en lo ideológico era un fanático, también era muy poco ejemplar en sus actuaciones.

5. Francisco Viñas perteneció al Partido Republicano Radical, del que fue líder Alejandro Lerroux, con quien sabemos que mantuvo contactos epistolares. Viñas, de una clara posición dentro del conservadurismo político, ocupó la alcaldía durante la dictadura de Primo de Rivera y, posteriormente, durante el Bienio Negro (noviembre de 1933, febrero de 1936). También era masón, lo que le llevó al tribunal específico creado para reprimir a la masonería y al comunismo.
6. Los delegados gubernativos fueron nombrados por Real Decreto de 20 de octubre de 1923, para auxiliar a los gobernadores civiles. Durante el Directorio Militar, todos fueron militares y, pese a las intenciones iniciales de ser los encargados de acabar con el caciquismo, se vieron envueltos en prácticas autoritarias, a las que se unieron las quejas de los ayuntamientos, que debían correr con los gastos del cargo.
7. En septiembre de 1923 fue destinado al Ministerio de la Guerra, en cuya Dirección de Ingenieros prestó servicio hasta el mismo mes del siguiente año, en que fue nombrado delegado gubernativo de San Roque (Cádiz), cargo que desempeñó hasta octubre de 1925.

8. Médico de profesión, fue un miembro destacado del conservadurismo, ocupando cargos durante la dictadura de Primo de Rivera, la guerra y el franquismo. Como vicepresidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, que presidía José María Pemán, fue corresponsable de la depuración del profesorado.

Fuentes y bibliografía

 

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