Panel de la exposición.
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Trabajos forzados, un castigo cruel y un gran negocio
Treinta mil personas trabajaron como esclavos en el Campo de Gibraltar entre 1939 y 1943. Eran presos republicanos utilizados como mano de obra cautiva que construyeron una serie de infraestructuras para el llamado Plan de Fortificaciones del Estrecho.
Pasando hambre, frío y enfermedades y viviendo a la intemperie, los presos hicieron a pico y pala una red de carreteras, baterías de artillería, túneles, estaciones eléctricas, surtidores de gasolina, dos hospitales y todo tipo de instalaciones militares que permitieran controlar el Estrecho y combatir contra los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
El régimen franquista mataba así dos pájaros de un tiro: castigaba cruelmente a los vencidos en la guerra y ahorraba dinero en las obras para sus planes de guerra.
Dos meses después de acabada la guerra civil, en el mes de mayo de 1939, el general Franco ordena la construcción en las dos orillas del Estrecho de Gibraltar de cientos de kilómetros de carreteras y carriles, búnkeres, nidos de ametralladoras, fortificaciones, apeaderos en los ferrocarriles, muelles, polvorines, instalaciones militares de todo tipo y el emplazamiento de piezas de artillería y cañones en lugares estratégicos.
Su objetivo: Entrar en la Segunda Guerra Mundial del lado alemán y conquistar Gibraltar. El general golpista, que había recibido la ayuda material y humana del dictador alemán para derrotar a la España democrática, buscó entonces la ayuda del líder nazi y fueron técnicos alemanes los que también asesoraron en el diseño y construcción de los búnkeres y fortificaciones de esta comarca. Pero en 1943, cuando las obras estaban acabando, y viendo más cercana la derrota de Hitler, Franco empieza entonces un acercamiento a los aliados y a decir que las obras del Estrecho eran sólo con fines defensivos.
Pero la cronología de los hechos desmiente lo que la propaganda franquista ha repetido durante decenios. El 16 de marzo de 1939, quince días antes del parte oficial que da por concluida la guerra, el general Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur sublevado, recibe una carta del general jefe del Campo de Gibraltar, informándole de los estudios previos que, por orden del Generalísimo, ha iniciado para hacer una línea de fortificaciones entre La Línea y Gibraltar. El intercambio de comunicaciones entre los altos mandos es extenso en estas fechas y, ya el 25 de abril, Queipo de Llano envía un telegrama al comandante general de Ingenieros del Cuartel General del

Panel de la exposición.
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Generalísimo en el que le dice que el Regimiento de Fortificaciones número 4 está ya en La Línea, San Roque y Tarifa a la espera de las órdenes expresas para comenzar las obras. Queipo añade que, como aún no se han recibido esas órdenes, él propone empezar en La Línea a hacer nidos de ametralladoras de cemento, ocultos lo más posible a las vistas del Peñón de Gibraltar, que sirvan para batir las avenidas y vías de acceso buscando la máxima resistencia al fuego enemigo.
El 30 de abril de 1939 el mismo Queipo comunica al coronel jefe de la División 112 que estudie la construcción de caminos para el tráfico de automóviles y que calcule cuantos batallones de trabajadores, es decir de presos, va a necesitar para ello. Se refería entonces el general golpista a los cuatro primeros carriles que se construirían: El camino que va desde Casas Viejas a Tarifa pasando por el Santuario de la Luz, el que va desde la Estación de Jimena hasta Gaucín, el que va desde la carretera Jerez-Los Barrios hasta Facinas y la carretera Nacional 340 y el que va desde Castellar hasta la carretera Nacional 340 pasando por Sotogrande.
Y el 1 de mayo Franco ordena a Queipo y éste a su vez al coronel del Regimiento de Fortificaciones número 4 que cierre urgentemente con muros de cemento los accesos del peñón de Gibraltar a La Línea, cortando la carretera en tres puntos con muros de cemento y dejando el hueco preciso para el paso de un camión. “(…) que se tendrá cerrado con vigas de hierro en evitación de sorpresa”, dice textualmente la orden.
Doce compañías de zapadores llegan ya en el mes de mayo a la comarca, además del personal director y de vigilancia y en el mes de agosto comienzan de forma generalizada las obras con mano de obra esclava, es decir con los presos del Ejército republicano y demás presos políticos encuadrados en los batallones de trabajadores. Es también en agosto cuando la Comisión de Fortificación de la Frontera Sur termina de redactar el Plan de Fortificaciones del Estrecho. Comienzan entonces las obras para fortificar esta zona costera del Sur de España desde Conil hasta el río Guadiaro, aunque con mayor presencia en la franja costera Bolonia-Gibraltar. Estas fortificaciones se realizan durante los años 1940 a 1945, aunque el grueso de las obras fueron ejecutadas entre 1941 y 1943.

Obras públicas por trabajos forzados.
Obras públicas por trabajos forzados.

Enlaces para saber más sobre la prisioneros republicanos:
– http://www.foroporlamemoria.net/102-otros/76-los-caminos-de-los-prisioneros.html
– http://www.todoslosnombres.org/content/materiales/el-trabajo-esclavo-los-presos-politicos-del-franquismo-en-andalucia
– http://todoslosrostros.blogspot.com.es/2008/09/los-batallones-disciplinarios-de.html
– www.lacomunapresxsdelfranquismo.org/…/Esclavos-del-franquismo-Trabajos-forzad…
– www.lapirenaicadigital.es/SITIO/ESCLAVOSFRANQUISMO2.pdf
– http://www.diariodejerez.es/article/provincia/2241981/carreteras/hechas/por/presos/esclavos.html

 

Franco, con Hitler.
Franco, con Hitler.

Del lado de Hitler
La mayoría de los presos que trabajó en las obras de fortificación del Estrecho provenía del norte de España. El régimen franquista los aislaba así doblemente: de su familia y del entorno social más cercano. Una crueldad más que añadir a la penosa situación en que vivían. Mal alimentados y debilitados por las enfermedades, muchos de ellos murieron. Y todo para satisfacer otra ambición de Franco: Entrar en la Segunda Guerra Mundial del lado de Hitler, invadir Gibraltar, controlar el Estrecho y apoderarse de las colonias francesas del Norte de África. Ése era el verdadero objetivo de unas obras que empezaron en mayo de 1939, meses antes de que Alemania invadiera Polonia y comenzara la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo inicial del plan de la citada comisión era atacar la base británica de Gibraltar y cerrar el Estrecho al tráfico marítimo. Esta operación militar, como hemos visto, se comienza a plantear bastantes meses antes de septiembre del 39 cuando Alemania invade Polonia y oficialmente comienza la Segunda Guerra Mundial.
Es también anterior a las sucesivas operaciones para ocupar el peñón de Gibraltar que desarrollaría el eje italo-alemán, como la operación Félix en julio-agosto de 1940, la operación Illona de 1942, o la operación Gisela, en 1943. En todas estas operaciones italianos y alemanes tuvieron cierto apoyo por parte de las autoridades españolas, sin la cual éstas no se podrían haber desarrollado. La singularidad del plan español que arranca en agosto de 1939 es, por un lado, su momento en el tiempo y por otro, que en él solo tenían cabida las fuerzas del ejército español.
En 1943, tras la batalla de Stalingrado y el avance soviético hacia Alemania, es evidente que los alemanes no van a ganar la guerra. Entonces el Gobierno franquista emprende también un giro de su política internacional que, entre otras cosas, le lleva a decir que las obras de fortificación del Estrecho se emprendieron con carácter defensivo, para evitar una posible invasión de las tropas aliadas. Ésta era la idea que planteaba el gobierno de Franco ante los ingleses y la opinión internacional, aunque en realidad, como claramente se expone en uno de los informes secretos de agosto de 1939, su objetivo era otro: “(…) intentar mantener la ficción de que nuestras obras de fortificación son defensivas no siendo esto exacto más que para la fortificación, pues el plan de empleo de la artillería es netamente ofensivo y de anulación de la plaza inglesa”.
Con todo, las obras continuarían hasta 1945 pero con la excusa oficial de que su exclusiva intención es impedir la posible invasión aliada de las costas del Estrecho. El Gobierno franquista continuó representando su papel de neutralidad, pero en sus planes estaba que si las fuerza alemanas e italianas hubieran llegado a cerrar el canal de Suez, es muy posible que España hubiese cerrado el Estrecho y atacado Gibraltar.
Poco después de terminar la guerra civil, en abril de 1939, el ejército franquista victorioso tenía en el Sur de España 29 campos de concentración, 26 en Andalucía y tres en Extremadura, en los que tenían detenidas a 74.489 personas. En la provincia de Cádiz sólo existían dos, uno en Rota y otro en Puerto Real. La mayor parte de estos presos eran soldados y milicianos del ejército republicano vencido, además de simples ciudadanos detenidos como presos políticos por su condición de sindicalistas o filiación republicana. Pero a partir de julio de 1939, la cosa cambia. El alto mando franquista decide la fortificación de las zonas que considera más estratégicas de la península, los Pirineos y el Estrecho de Gibraltar, y ordena el traslado hacia ellas de grandes cantidades de presos encuadrados en los llamados batallones de trabajadores.
Unos treinta mil presos llegarían a vivir y trabajar en el Campo de Gibraltar entre 1939 y 1945. Ellos hicieron los trabajos más duros: desbroce y allanamiento del terreno, construcción de pistas, descarga y acarreo de materiales, etcétera. La parte más técnica especializada de las obras la realizaban los ingenieros del ejército franquista y civiles con cualificación, pero el trabajo de los batallones era imprescindible.

Franco, con Hitler.
Franco, con Hitler.

 

Panel de la exposición.
Panel de la exposición.

Miles de esclavos para unas obras militares inútiles
Las obras de fortificación del Estrecho, que empezaron en 1939, acabaron en 1943, justo cuando los nazis comenzaron a perder la guerra frente al empuje de la Unión Soviética. Franco vio que ya no tenía sentido apoyar a Alemania y, para justificar su giro a favor de Estados Unidos y los aliados, empezó a decir que las obras eran meramente defensivas y no ofensivas. Las potencias occidentales nunca pensaron invadir España, pero las obras quedaron ahí. Nidos de ametralladoras, búnkeres, carreteras y caminos son vestigios de una historia terrible: la de decenas de miles de personas que las hicieron con su trabajo esclavo, su esfuerzo y sacrificio nunca reconocidos.
Más de cuarenta batallones de trabajos forzados pasaron por esta comarca. Cada batallón tenía entre setecientos y mil presos. La comida era tan mala y escasa que los que no recibían de sus familias paquetes con alimentos estaban prácticamente condenados a morir de hambre. Algunos presos se organizaban de forma comunitaria y repartían para todos lo que cada uno recibía. Esto permitió la supervivencia de muchos. En un solo día de 1941 murieron cuarenta y un prisioneros en Punta Paloma porque todos habían comido setas venenosas. Por donde pasaba un destacamento desaparecían los lagartos, los ratones, todos los  animales pequeños y las hierbas y raíces comestibles.
En alimentar a los presos se ahorraba, en construir obras megalómanas no. Los datos obtenidos en los archivos militares referidos a la Región Militar Sur permiten precisar que en el Campo de Gibraltar y zonas aledañas de las provincias de Cádiz y Málaga, entre 1941 y 1945, se desarrollaron 152 proyectos de obras diseñados y puestos en prácticas bajo la supervisión de la Comisión Técnica de Fortificaciones de la Costa Sur. El dinero invertido en este periodo para estas obras, según los archivos de estas mismas fuentes, asciende a 65.682.033 pesetas. Claro está, en estos presupuestos no aparecen los datos referidos a los salarios a los trabajadores, sencillamente porque no se pagaban. En 1941 la inversión para las obras ascendió a casi 21 millones de pesetas; en 1942 casi llega a los 29 millones; en 1943 superó los nueve millones; en 1944 ascendió a dos millones 290.000 pesetas; y en 1945 se acercó a los 4,5 millones de pesetas.
Datos curioso que se pueden ver en los presupuestos ejecutados por la citada comisión son, por ejemplo, que la instalación de un cañón de 38,1 centímetros de diámetro en Punta Paloma, Tarifa, costó un millón y medio de pesetas de la época; que la construcción de un puente de pilotes sobre el río Guadiaro en las inmediaciones de San Martín del Tesorillo costó 200.000 pesetas; o que el riego con asfalto de la carretera militar que va desde Facinas al Puente Hiero, en Los Barrios, costó un millón 200.000 pesetas en enero de 1942. La obra más costosa de cuantas aparecen en la relación citada es la construcción de una batería de cañones de 15,24 centímetros en Punta Camarinal, Tarifa, compuesta de cuatro piezas Vickers, que se llevó cuatro millones de pesetas.
Y en 1943 se invirtieron dos millones ochocientas mil pesetas en acabar ochenta y seis obras correspondientes al Plan Defensivo del Campo de Gibraltar: cinco obras de antiaéreos, 47 de ametralladoras, 19 obras para dos ametralladoras, 15 obras de dos anticarros y ametralladoras y otras obras complementarias. Y ese mismo año la ampliación en 235 kilómetros de la red general de transmisiones del Campo de Gibraltar costó dos millones y medio de pesetas.

Trabajo esclavo.
Trabajo esclavo.

 

Panel de la exposición.
Panel de la exposición.

Muchas carreteras actuales fueron construidas por los presos republicanos
Los habitantes del Campo de Gibraltar nos seguimos hoy beneficiando del trabajo que como esclavos hicieron los prisioneros republicanos desde Conil hasta Torreguadiaro. Ellos construyeron con sus manos todo un entramado de caminos por la costa y el interior que sigue siendo muy utilizado. Miles de personas circulan hoy con sus coches, motos, camiones o furgonetas por algunas de estas carreteras: la que va desde Algeciras a la playa de Getares y el faro de Punta Carnero; las que enlazan la carretera Nacional 340 con Bolonia o Punta Paloma, en Tarifa; el tramo Jimena-Atajate de la actual San Roque-Ronda; o la que une Castellar con Sotogrande. Todos estos caminos y más son el legado de unos hombres que fueron castigados por el único delito de defender la democracia, la justicia y la libertad. Conviene no olvidarlo ni olvidarlos.
La dureza de la vida en los campos de concentración era evidente. Documentadas están la mala alimentación, las muertes por hambres y enfermedades no mortales, la falta de higiene, el frío o la falta de abrigo… Además, testimonios de los supervivientes hablan de azotes, castigos corporales y también un sistema de espionaje y delación entre los mismos presos puesto en marcha por el ejército que eufemísticamente lo denominó Servicio Especial en los Batallones de Trabajadores.
Con este sistema de confidentes los mandos conocían el ambiente entre los prisioneros, sus ideas y planes con tiempo suficiente para abortar cualquier atisbo de fuga o respuesta colectiva organizada frente a las duras condiciones de vida y trabajo que soportaban.
Para los intentos de fuga había órdenes claras. Esto es lo que dice una orden del Cuartel del Generalísimo de 23 de mayo de 1938: “Además de la alambrada con la que deben cerrarse los caseríos o lugares en que se encuentren, se haga una zanja, y al que intente salir sin permiso por un sitio distinto a la entrada, se le haga fuego sin previo aviso. Ordeno que se observe el mayor rigor con los prisioneros dentro de la más estricta disciplina”.
Estas condiciones de vida eran las que sufrieron en el Campo de Gibraltar los 30.000 presos que por aquí pasaron. Hasta quince batallones diferentes trabajaron en esta comarca. Cada batallón tenía entre 700 y mil presos. Los batallones, a su vez, se dividían en compañías y secciones. Una compañía tenía una media de 200 trabajadores y cada sección entre veinte y setenta. Al frente de cada batallón había un comandante, un capitán, cuatro tenientes, uno de los cuales tenía que ser médico, cinco alféreces, un brigada, veinte sargentos, cincuenta y dos cabos, un corneta y sesenta y ocho soldados.
A continuación se relacionan los lugares de emplazamiento de los distintos batallones de trabajadores, a 1 de septiembre de 1941, según la documentación existente en los archivos históricos militares de Ávila, Guadalajara y del Archivo Histórico Nacional:

  • Batallón número 1. Puerto Bolonia. El hoyo del Álamo (Tarifa).
  • Batallón número 2. Puertollano (Tarifa).
  • Batallón número 6. Ensenada de Bolonia. Ranchiles (Tarifa).
  • Batallón número 7. El Tiradero. (Los Barrios).
  • Batallón número 8. Cortijo de los Palos (Algeciras).
  • Batallón número 9. San Roque.
  • Batallón número 10. Los Puertos (La Línea).
  • Batallón número 11. Toril de los alelíes (San Roque).
  • Batallón número 15. Puerto Galis (Jerez de la Frontera).
  • Batallón número 16 Santuario Nuestra Señor de La Luz (Tarifa).
  • Batallón número 22. Campamento el Cobre (Algeciras).
  • Batallón número 23 Alto Aragonés (Algeciras).
  • Batallón número 27. El Camorro (Tarifa).
  • Batallón número 35. Punta Paloma. Las Rozas. (Tarifa).
  • Batallón número 46. Los Tornos (Tarifa).

Además en estas mismas fechas existían otros emplazamientos para compañías y destacamentos de estos batallones en los siguientes lugares:

  • 1. Cerro del Rayo (Algeciras).
  • 2. Pelayo (Algeciras).
  • 3. El polvorín de la Torre del Almirante (Algeciras).
  • 4. Guadarranque (San Roque).
  • 5. Punta Mala. Guadalquitón (San Roque)
  • 6. Carretas. Frente al cruce de entrada a Betijuelo (Tarifa).
  • 7. Zahara de los Atunes. Zahara-Tarifa.
  • 8. Hoyo Moreno (Tarifa).
  • 9. Las Majadillas (Tarifa).
  • 10. Zona del cementerio de Tarifa.

Y a 1 de abril de 1942 los batallones existentes estaban ubicados en los siguientes lugares:

  • Batallón número 1. Punta Paloma (Tarifa).
  • Batallón número 15. Punta Paloma (Tarifa).
  • Batallón número 6. Punta Paloma (Tarifa).
  • Batallón número 11. Guadalmesí (Tarifa).
  • Batallón número 16. Nuestra señora de la Luz (Tarifa).
  • Batallón número 23. Alto Aragonés (Algeciras).
  • Batallón número 9. Campamento Las Eras (Algeciras).
  • Batallón número 10. Los Puertos (La Línea).
  • Batallón número 17. Jimena de la Frontera.
  • Batallón número 22. Venta Ojén (Los Barrios).
  • Batallón número 2. Punta Mala (San Roque).
  • Batallón número 27. Rota.
  • Batallón número 54. Conil.

Aunque cada batallón tenía un lugar de asentamiento definido, luego las compañías y destacamentos iban siendo destinadas a diferentes lugares, en función de dónde tenían que trabajar o del paraje por el que avanzaban las obras. Los prisioneros no tenían uniforme en principio, pero conforme el sistema de trabajo esclavo se fue consolidando a cada preso se le entregaba un gorro blanco de forma cilíndrica, camisa blanca de tela fuerte con una letra P grabada, pantalón caqui y alpargatas. A cada hombre se le pintaba su número de preso con tinta indeleble sobre la piel del pecho.
La comida era tan escasa y de poca calidad que los presos que no recibían de sus familias paquetes con alimentos estaban prácticamente condenados a morir de hambre. Muchos murieron envenenados por comer setas u otras plantas venenosas. En algunas compañías los presos se organizaban de forma comunitaria y repartían para todos lo que cada uno recibía de su familia. Esta forma comunal permitió la supervivencia de muchos.
El hacinamiento era extremo y la falta de higiene total. Las condiciones de vida y la supervivencia de los presos dependía muchas veces del estilo de gobierno que cada comandante aplicaba en su batallón. Algunos jefes robaban y permitían a algunos de sus subordinados el robo de las provisiones o los materiales destinados a los campamentos para venderlos de estraperlo, y otros no .Unos jefes imponían un régimen más severo, autoritario o vengativo que otros. En unos las palizas y castigos corporales eran frecuentes y en otros no. Todo esto diferenciaba a unos batallones respecto a otros y en algunos se sobrevivía, pero en otros era más difícil escapar a la muerte.
En un solo día de 1941 murieron cuarenta y un presos del batallón de Punta Paloma porque todos habían comido setas venenosas. Por donde pasaba una compañía o un destacamento desaparecían los lagartos, los ratones y todo tipo de animales pequeños, además de las hierbas y las raíces que pudieran pasar por comestibles.
La mayoría de los prisioneros provenía de fuera de Andalucía pues así el régimen aplicaba su política de dispersión y desarraigo social. Se castigaba al preso y a sus familias y se evitaba que el contacto con conocidos de los alrededores pudiera alentar las fugas o las rebeliones. El único consuelo era que cada batallón estaba compuesto por presos que en su mayoría compartían el mismo origen geográfico. Por ejemplo, en Castellar casi todos venía de Asturias, mientras que en San Roque eran vascos. En Tarifa, en la zona de Punta Paloma, había muchos catalanes mientras que en Guadalmesí casi todos eran gallegos.

Infraestructuras de trabajo esclavo.
Infraestructuras de trabajo esclavo.

 

Panel de la exposición.
Panel de la exposición.

Los guerrilleros
Acabada la guerra de España, cientos de guerrilleros antifranquistas lucharon en los montes del Campo de Gibraltar desde Tarifa hasta Ronda. Esperanzados con la idea de que las democracias occidentales ayudarían para derrotar a Franco al acabar la Guerra Mundial, lucharon contra la dictadura con el objetivo de restablecer la República. No cejaron hasta comenzada la década de los cincuenta, cuando ya hacía tiempo que las potencias occidentales se habían olvidado de España. Pero ellos no. Aún en 1949 comunistas y anarquistas constituían en la sierra de Las Cabras, al noreste de la provincia de Cádiz, el Estado Mayor de la Agrupación Guerrillera Fermín Galán.
Los primeros en engrosar las filas guerrilleras fueron muchos militantes de sindicatos y partidos de izquierdas que, huyendo de la represión franquista, se habían ido a vivir al monte aún antes de que acabara la guerra.
Era lo que popularmente se conocía como los huidos. Quienes lucharon en la guerrilla en la provincia de Cádiz y serranía de Ronda fueron hombres y mujeres que, en mayor o menor medida, estaban comprometidos con los ideales que les habían llevado a luchar contra los sublevados, por defender la Republica y la libertad. Y fue por estas mismas ideas por las que decidieron seguir luchando para intentar derrocar el régimen impuesto por los sublevados bajo el mandato de Franco.
Luis García Bravo, fundador del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y una de las personas que más ha investigado este tema, calcula que los hombres y mujeres que actuaron en el movimiento guerrillero en esta zona fueron aproximadamente entre 500 y 600. Puede decirse que esta lucha duró desde 1939 a 1952 y que en su historia y su actividad hay altibajos en función de las circunstancias propias de su vida en el monte pero también de la influencia de los factores políticos nacionales e internacionales.
En la historia de la guerrilla podemos diferencias tres etapas. La primera va de 1939 a 1944 y es la de los grupos de huidos y refugiados en los montes que empiezan a organizarse y a desarrollar una actividad cada vez mayor. La segunda fase va desde 1944 hasta 1949 y es la que tiene mayor importancia pues ya es una guerrilla perfectamente articulada, con una actividad planificada y con el territorio de actuación dividido en zonas. La tercera fase es la de la decadencia y desaparición, que empieza en la década de los cincuenta y que coincide con el abandono de la lucha guerrillera en toda España motivada por varios factores: el aislamiento social en que viven sus hombres, la incesante persecución del ejército y la Guardia Civil y el acoso y el terror que sufren los familiares de los guerrilleros en sus pueblos, y la falta de apoyo político una vez que la dirección de los partidos políticos, fundamentalmente, el PCE abandona por completo la idea de derrocar a Franco por la vía guerrillera. Pocos guerrilleros lograron escapar a la muerte o la represión. Fueron perseguidos, encarcelados y sufrieron, como muchos de sus familiares, toda clase de vejaciones antes de ser condenados tras procedimientos sumarísimos. También fueron muchos los que sucumbieron a las promesas del régimen y fueron a parar a campos de concentración donde trabajaron hacinados como esclavos.
Pero no puede decirse de ellos que no lo intentaron. En su lucha, los guerrilleros estaban organizados en partidas, que eran grupos de combatientes, algunos de los cuales empezaron a formarse con sólo tres o cuatro personas a las cuales se iban agregando más miembros que se iban reclutando entre los huidos de la guerra, los compañeros de sindicato o partido, o quienes huían de la represión de posguerra desatada en pueblos y ciudades.
Estos primeros guerrilleros no sólo actuaban en los montes enfrentándose al ejército o la Guardia Civil sino que también ayudaron a que se organizaran en cada pueblo los movimientos políticos y sindicales en la clandestinidad. Así resurgieron poco a poco los comités locales, o provinciales de los distintos partidos o sindicatos en los que estaban representados los guerrilleros como el brazo armado o militar de dichas organizaciones. Y poco a poco, desde los primeros huidos, las partidas se fueron organizando hasta formar una gran agrupación guerrillera de nuestra zona, que estaba integrada por miembros de CNT, Partido Comunista, socialistas y militantes de UGT.
En una reunión de jefes guerrilleros que se celebró en un lugar entre Castellar y Jimena de la Frontera, el 17 de agosto de 1945 se constituyó la Junta Nacional de Guerrilleros Antifascistas del Sector Sur, en la cual todas las tendencias ideológicas quedaban integradas. El jefe designado fue Bernabé López Calle (Comandante Abril), que había sido el artífice de la reunión y del acuerdo. La Junta quedó compuesta por Pablo Pérez Hidalgo (Manolo el Rubio), comunista; Antonio Córdoba Herrara (Cuervo), de la Federación Anarquista Ibérica (FAI);Miguel Pérez Pérez (Polonio), socialista; Francisco Moreno Barragán (Benito), de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU); un miembro de Esquerra Republicana, otro de Unión Republicana y un tercero de la Unión General de Trabajadores (UGT).
En febrero de 1949, en la sierra de Las Cabras, término de Jerez, entre Algar y Alcalá de los Gazules, se celebró una nueva reunión de jefes de partidas, y se constituyó la Agrupación Guerrillera Fermín Galán, siempre al mando de Bernabé López Calle con Miguel Pérez Pérez de ayudante; Pablo Pérez Hidalgo corno jefe de Estado Mayor; Juan Virgil Quiñones, jefe de propaganda y Cristóbal Ordóñez Núñez, responsable de la administración. Esta agrupación, como la anterior Junta, tenía la particularidad de ser la primera y última en la que se conseguiría la unión entre mandos comunistas y anarquistas bajo la dirección de un anarcosindicalista. La agrupación aprobó reglamentos y normas de comportamiento y relación que sirvieron para vivir y operar con total disciplina y organización en las sierras de la provincia de Cádiz y Ronda.

Enlaces para saber más sobre la guerrilla antifranquista:
– http://eprints.ucm.es/13421/1/T33187.pdf
– https://revistapolemica.wordpress.com/2013/03/11/la-guerrilla-antifascista-en-espana-bernabe-lopez-calle/
– http://www.garciabravo.com/cuadernos-de-la-guerrilla-antifascista-1.html
– https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5169197.pdf
– https://es.wikipedia.org/wiki/Bernab%C3%A9_L%C3%B3pez_Calle
– www.redroja.net/docs/La_guerrilla_antifranquista.doc

Protagonistas de la guerrilla.
Protagonistas de la guerrilla.

 

 

 

 

Panel de la exposición.
Panel de la exposición.

El final de la actividad guerrillera
Bernabé López Calle, el comandante Abril, y Pablo Pérez Hidalgo, Manolo el Rubio, fueron los máximos dirigentes de la Agrupación Guerrillera Fermín Galán. El primero era militante del sindicato anarquista CNT y el segundo del Partido Comunista de España (PCE). Algunos de sus integrantes eran socialistas y otros republicanos.
El final de esta agrupación se produjo se produjo con una matanza en Algatocín (Málaga). La Guardia Civil se conchabó con los dueños de un caserón donde solían cenar los guerrilleros. Los guardias se escondieron en el techo y dispararon a quemarropa contra ellos mientras cenaban. El aislamiento, la acción de la Guardia Civil, la represión contra las familias, las delaciones y la falta de ayuda exterior acabaron con la actividad guerrillera en Andalucía. Muchos combatientes murieron en la lucha y otros sucumbieron a la larga noche del franquismo, pero todos intentaron devolver a España la luz de la justicia social y la libertad que la República había traído también al Campo de Gibraltar.
La primera partida de guerrilleros consolidada en las sierras de Cádiz y Ronda fue la de Pablo Pérez Hidalgo, también conocido como Manolo el Rubio, o Rubio de Bobadilla, aunque el nombre que Pablo y sus compañeros dieron a esta primera partida fue el de Stalingrado. Las siguientes partidas, por orden cronológico, fueron las de Los Morenos de Cortes y la de Bernabé López Calle, también conocido por Comandante Abril.
Pablo Pérez Hidalgo, junto a su compañero El Asturiano, fue el primero que centró sus esfuerzos en tratar de unir a los huidos que actuaban en la serranía de Ronda en pequeños grupos. Lo consiguió desde finales del año 1939 a principios de 1940 al unir a un sector bastante numeroso, mayoritariamente de militantes comunista, huidos que estaban operando por las sierras de Ronda y de Estepona. Pablo Pérez Hidalgo había nacido en Bobadilla en 1911. Se afilio al Partido Comunista en el año 1931 y en su labor guerrillera llegó a ser jefe de estado mayor de la Agrupación Antifascista Fermín Galán, fundada en febrero de 1949. Dejó las armas el día 18 de diciembre de 1950, se separó de sus compañeros, y se escondió en un chozo de su compañera sentimental, Ana, en el término de Genalguacil, donde permaneció escondido hasta el 23 de noviembre de 1976. Después de haber estado 27 años escondido, se presentó a las autoridades, y recobró la libertad. Murió el 4 de diciembre de 1992.
La partida de los Morenos de Cortes es quizás la más singular pues era la única que tuvo entre sus componentes a mujeres y tiene mucho que ver con el Campo de Gibraltar, pues parte de sus componentes vivieron durante mucho tiempo en la comarca. La de los Moreno de Cortes estaba dirigida por tres hermanos, Diego, Julián y Francisco Moreno Barragán. Actuó en la sierra entre 1939 y 1951, año en que Julián murió fusilado en Sevilla. Sus dos hermanos habían muerto antes en enfrentamientos con la Guardia Civil.
Bernabé López Calle nació en 1899 en Montejaque (Málaga), en el seno de una familia humilde y trabajadora. A los 22 años fue llamado al servicio militar y enviado, en 1921, a la campaña de Marruecos, donde destacó por su valentía y arrojo.

Panel de la exposición.
Panel de la exposición.

Cuando tenía 26 años, ya casado, ingresó en la guardia civil, en la a que prestó servicios En Barcelona y Sevilla. En marzo de 1931, fue destinado a Antequera, al mes siguiente de ser proclamada la Segunda República. El 18 de julio de 1936 le sorprendió como jefe de puesto y en esta fecha, según testimonios de su hermano Máximo, decidió afiliarse a la CNT y abandonar la Guardia Civil para luchar al lado del pueblo.
Caída Málaga en manos de los sublevados, las fuerzas combatientes se replegaron a Almería, donde la milicia de Pedro López, hermano de Bernabé, pasó a formar la 61 brigada de Infantería, cuya dirección fue encomendada al propio Bernabé. Terminada la guerra Bernabé fue detenido y puesto en libertad el 11 de marzo de 1942. Vuelve en libertad vigilada a su pueblo natal Montejaque, trabaja como capataz en la construcción de la carretera, y en 1943, tras saber que iba a ser de nuevo detenido, decide marcharse a la sierra y unirse a la guerrilla.
El 2 de agosto de 1945 fue designado jefe de guerrilleros del Campo de Gibraltar, provincia de Cádiz y Málaga, donde ya era conocido como el comandante Abril. En febrero de 1949 es nombrado Jefe de la Agrupación Antifascista Fermín Galán, que agrupaba a hombres de la CNT y el PCE. El 30 de diciembre de 1949 muere en un enfrentamiento con la Guardia Civil, en la Garganta del Jurado del término municipal de Medina Sidonia, tras haber sido delatado por su compañero Francisco Fernández Cornejo, Largo Mayo.

Enlaces para saber más sobre la guerrilla antifranquista:
– http://eprints.ucm.es/13421/1/T33187.pdf
– http://www.garciabravo.com/cuadernos-de-la-guerrilla-antifascista-1.html
– https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5169197.pdf
– https://es.wikipedia.org/wiki/Bernab%C3%A9_L%C3%B3pez_Calle
– www.redroja.net/docs/La_guerrilla_antifranquista.doc

Imágenes del final de la guerrilla.
Imágenes del final de la guerrilla.
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