Prisioneros en los batallones disciplinarios de la posguerra

Francisco Gallego Rojas, natural de Jubrique (Málaga), vecino de Ubrique y de oficio campesino, nació el 10 de octubre de 1919. Huyó de Ubrique cuando fue tomada el 27 de julio de 1936 por las fuerzas sublevadas. Los informes de alcaldía, Falange y Guardia Civil de su pueblo que constan en su expediente personal coinciden en declarar que “observó buena conducta” antes del golpe de Estado, y que desconocían su paradero posterior. Seguramente huyera a la capital malagueña, en poder del gobierno republicano hasta febrero de 1937. De su participación en la guerra sólo figura que sirvió en el batallón miliciano Vicente Ballester, de significación anarcosindicalista y que fue procesado por la causa 19/1937 por auxilio a la rebelión, uno de los “delitos” por el que los golpistas incriminaban precisamente a los que defendieron la legalidad republicana.

Tras pasar por la prisión de Vitoria, fue la Prisión Provincial de Valladolid la que le concedió la libertad condicional atenuada en julio de 1940. Estas concesiones, que sólo buscaban descongestionar las prisiones, no suponían una liberación definitiva, pues los presos quedaban sometidos a una estrecha vigilancia en sus domicilios. De hecho, a Francisco no se le concedió la libertad definitiva hasta abril de 1945.

En esta situación permaneció hasta enero de 1942. Al igual que miles de excombatientes y excarcelados que no habían realizado el servicio militar con el régimen franquista, fue obligado a ello cuando fue convocado por la caja de reclutas n.º 18 de Cádiz. Esta lo clasificó como desafecto y lo destinó al campo de concentración Miguel de Unamuno (Madrid), de donde fue incorporado el 12 de enero al Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores penados n.º 92 para realizar trabajos forzados en varios destinos, entre ellos Sanlúcar de Barrameda, Rota y Palos de la Frontera (Huelva).

En abril de 1943, cuando el BDSTP n.º 94 estaba emplazado en Rota, se le concedió un permiso de 10 días por enfermedad grave de su madre. En casos similares, únicamente se instaba a la guardia civil de la localidad a que averiguara la veracidad de la enfermedad, pero en el caso de Francisco fue distinto. Sus familiares tuvieron que remitir hasta un certificado médico para que el trámite siguiera su curso.

Finalmente, el 12 de julio de 1945, tras tres años y medio, le dieron permiso ilimitado por llevar en filas en el batallón disciplinario el mismo tiempo que los soldados de su reemplazo de 1940.

Fuente: Archivo General Militar de Guadalajara. Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados. 2ª Agrupación. Caja 301648, expediente 3038.
Media filiación de Francisco Gallego Rojas

 

 

Compártelo