El escritor José Pettenghi, habitual colaborador de Diario de Cádiz, publicó el 27 de junio de 2021 en facebook un artículo en el que denuncia la censura que ha sufrido por parte del citado medio, que se ha negado a publicarle su última colobarción por pronunciarse sobre las figuras de José María Pemán y Ramón de Carraza, tras la retirada de la placa de la casa natal del primero y aprobarse en referéndum la sustitución del nombre del segundo como denominación del estadio municipal de fútbol. El propio Pettenghi dice lo siguiente: “Este es el artículo que Diario de Cádiz no ha querido publicarme. Ello motiva mi decisión de poner fin a 17 años de colaboración”.

José María Pemán, en un discurso en 1938.
José María Pemán, en un discurso en 1938.

El artículo censurado dice así:

OPINIÓN
Placas, nombres, vidas
Por José Pettenghi

​Otra vez Carranza. Otra vez Pemán. Que no fueron franquistas, ni participaron en el golpe de Estado de 1936 ni en la represión posterior.
Dicen que Carranza no fue golpista. Pero él mismo -en este mismo medio el 16/8/1936- alardeaba de su contribución: “No hace mucho estuve en Estoril, planeando con el general Sanjurjo el Movimiento actual…”. Gol en propia puerta de Carranza.
Después requirió el favor de Queipo para ser nombrado primer alcalde y gobernador civil del franquismo. Desde ahí procuró la depuración del personal municipal, intervino en la purga de los maestros locales, informó a la Justicia militar sobre personas que acababan ante un juicio sumarísimo. O quizá ni eso, sino con dos tiros y tirados en medio de la calle como perros. Incluso se ofreció a mandar una milicia cívica para la toma de Madrid.
Los que afirman que Carranza no fue golpista, llevan razón: Carranza fue un golpista entusiasta.
Por su parte, Pemán fue fiel al lema: “Si deseas pasar a la posteridad, no inventes una vacuna, hazte una biografía”. Lo consiguió. Hoy para el vulgo es un afable abuelete -algo clasista, eso sí- que hacía favores a los pobres. Monárquico y demócrata, tuviera que ver.
Pero es incuestionable que fue un intelectual orgánico y un propagandista al servicio del franquismo. Y un jerarca del fascismo, en el primer gabinete de Franco y como consejero nacional de FET y las JONS. Y autor intelectual de la purga del magisterio nacional.
Su tradicionalismo reaccionario es asunto suyo, pero de su actuación pública Pemán jamás se disculpó. Aún en 1971 decía que “la guerra la ganó España”. Hábil y escurridizo, fue escribiendo su biografía en función de sus necesidades.​
Su obra, su obra, arguyen sus adeptos. Y estoy seguro de que no han leído las bochornosas loas a Franco y al militarismo borriquero de primera hora. Ni la ridícula mojigatería de “El Divino impaciente” (un Tenorio para beatas, como dijo uno). Ni el antisemitismo del “Poema de la Bestia y el Ángel”, ni los retorcidos infortunios patrióticos de “Cuando las Cortes de Cádiz”, ni el resto de toneladas de indigesto costumbrismo.
Hoy, una Ley manda quitar sus nombres del espacio público. Sin venganza, sin borrar ni desvirtuar el pasado. Sólo mostrando que la Historia se construye con sus propios materiales.

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