Una de las últimas donaciones de libros producida en la Casa de la Memoria La Sauceda ha sido una pequeña colección de volúmenes del IES Almadraba, que han sido recibidos a través de Elena Trujillo Petisme, una profesora del centro y vicepresidenta de nuestra Asociación. Entre ellos se encuentra un voluminoso ejemplar que contiene la publicación Hoja de Campaña que editaba la Compañía de Propaganda y que fue publicada en 1984 por la Hermandad Nacional de la División Azul en facsímil, incluyendo todos sus números, desde el primero, de 4 de noviembre de 1941, hasta el 106, de 18 de marzo de 1944.
El periódico, que en realidad no puede llamarse así, puesto que comenzó siendo, como su nombre indica, una sola hoja, por tanto, dos páginas de información, alcanzó algo más tarde, ya en febrero de 1942, las cuatro páginas, pasando a tener dos hojas. En algunos números finales también encontramos, excepcionalmente, algún ejemplar de seis páginas.
Como es de esperar, el informativo está marcado por una notoria tendencia a la exaltación de los valores castrenses, un marcado carácter militar en el que las maniobras, los movimientos de tropas, los ataques -prácticamente nunca se habla de defensas-, los héroes, los mandos, etc. tienen un protagonismo incuestionable. Capítulo especial merecen los ascensos y las condecoraciones y llegan a publicar listados con la graduación de ellas, desde la más nimia, a la más importante, mostrando todas las cruces de hierro clasificadas por categorías para estimular a los soldados como premio a su arrojo.
En este sentido, los avances en el frente, las batallas con victoria de japoneses y de alineados en el Eje durante la IIª Guerra Mundial, dan cuenta de conquistas y éxitos con titulares grandilocuentes en los que no faltan expresiones rimbombantes, así como mapas e incluso imágenes de los frentes y las batallas, demostrando que existió una circulación de noticias y fotografías, seguramente seleccionadas, para apoyar los mensajes de las supuestas glorias de los ejércitos nazi-fascitas.

Al tiempo que se da cuenta de loas victorias japonesas en el Pacífico, se muestra a Estados Unidos y al Reino Unido en la cuerda floja.
Al tiempo que se da cuenta de loas victorias japonesas en el Pacífico, se muestra a Estados Unidos y al Reino Unido en la cuerda floja.

Otra de las líneas editoriales es la permanente ridiculización de los líderes del bando aliado, siendo Stalin y Churchill las principales dianas de sus dardos, generalmente a través de caricaturas en viñetas en las que aparecen como verdaderos monstruos, fieros y, al mismo tiempo, débiles en su torpeza.
Esa faceta de escarnio contra el enemigo se manifiesta también con frecuencia, dedicando páginas íntegras a presentarlos bajo calificativos del tipo canallas, mentirosos, criminales y similares que, por desgracia, no han desaparecido del lenguaje agresivo y violento de algunos sectores de la derecha española en la actualidad, creando esa sensación de que no mejoramos mucho con el paso del tiempo.
Ni que decir tiene que tanto Franco -al que se dirigen de forma mayormente como el Caudillo- como Hitler, disfrutan de espacios reseñables, recogiendo sus discursos, palabras altisonantes de aliento a los soldados y, frecuentemente, aparecen en imágenes apoyando esa inflamación de los ánimos.
Respecto al resto de temas que se desarrollan y que se supone que son los que interesan a los soldados desplazados hasta la lejana Rusia para atacar al comunismo, ocupan lugares reseñables los deportes, con especial atención al fútbol, los resultados de los partidos y noticias sobre jugadores y clubes; así como el boxeo, otro deporte considerado muy masculino y el ciclismo. Con grandes titulares se da cuenta, por ejemplo, de un partido celebrado el domingo 12 de abril de 1942 en Berlín entre España y Alemania que acabó con el resultado de 1-1, empate que significaba, entre las líneas de la Hoja, la equidad entre ambos países en cuanto a su potencial. Un resultado deportivo que iba más allá y que equiparaba a ambos aliados como si los dos tuvieran el mismo protagonismo en el contexto internacional: la España derruida de la posguerra y la Alemania más imperialista de Hitler. De igual modo, también se ofrece frecuente información sobre el mundo de los toros y, a veces, sobre el flamenco en un espacio titulado “Cante jondo”, firmado por Andrés Gaytán, completando una especie de cliché con estos tres elementos –fútbol, toros y cante-, como los de mayor atractivo para los jóvenes franquistas.

Hitler y Franco ocupaban numerosas páginas.
Hitler y Franco ocupaban numerosas páginas.

Algunas secciones fijas son “De todo un poco”, una breve miscelánea informativa; “Siete días de guerra”, en la que se ofrece una especie de resumen de lo acontecido de forma semanal, ya que esa suele ser la periodicidad de la Hoja, si bien no siempre mantiene una pauta estable. Estas se completan con “Por los caminos del frente”, donde también es el asunto militar el que acapara los textos.
Junto a las anteriores, también se recogen otro tipo de informaciones en “Noticias cortas”; “Estampas españolas”, generalmente dedicadas a recrear diversos monumentos; “Personajes de nuestro imperio” y una sección de “Evangelio”. Aquí son los valores del orgullo de la patria y la presencia de la Iglesia los que se ocupan de mantener vivas esas virtudes entre los soldados, teniendo, de igual modo, el capellán de la División una columna, desde la que contribuye a mantener la fe y las creencias religiosas entre la tropa.
El cine también aparece entre las informaciones, notificando estrenos y haciendo reseñas de las películas que se estaban proyectando en esos momentos en España y que, como es de esperar, se circunscriben a un puñado de ellas entre las que encontramos “Sin novedad en el Alcázar”, “A mí la legión”, “Raza”, etc.
La faceta de informaciones útiles incluía también temas de consejos médicos y de salud alimentaria, recogidos en “La marmita”, así como un espacio dedicado a los contactos, para facilitar noticias sobre algunos soldados que se habían separado en sus destinos y que deseaban saber del otro, así como para hacer llamamientos desde España sobre el paradero de algunos voluntarios entre los que incluso aparecen telegramas de madres españolas.
El entretenimiento se completaba con abundantes crucigramas, llegando a organizarse una competición y unos premios para los ganadores. También había un concurso con preguntas sobre cultura general y un brevísimo vocabulario para aprender ruso.

También los crucigramas sirven para hacer propaganda ideológica.
También los crucigramas sirven para hacer propaganda ideológica.

Nos llama la atención la habitual presencia de una foto, a buen tamaño, en una sección denominada “Chicas guapas” que, en algunos casos incluían una dedicatoria. Detrás de esto estaba el madrinazgo de guerra que, puesto en marcha en algunos conflictos de la época, también funcionó en este. Aparte de las cartas a los soldados, algunas jóvenes españolas enviaban sus retratos al frente para estimular a los combatientes.
El humor también estaba presente en la Hoja, por lo general a través de tiras cómicas. “Del uno al otro confín, el cabo Serafín” o “Gracias y desgracias del voluntario Rosquilla” son algunas de estas historietas, formadas por 3 o 4 viñetas.
Curiosamente también hemos localizado varias noticias que tienen a Gibraltar como tema. No podemos olvidar que para Franco era asunto de sumo interés su conquista a la que había intentando ligar al Tercer Reich y que, mientras la División Azul se encontraba en la lejana Rusia, aquí en la zona del Campo de Gibraltar, se estaban construyendo carreteras y una tupida red de búnkeres y otras instalaciones empleando la mano de obra de los vencidos en la guerra española.
Algunas páginas de literatura, en forma de poemas, cuentos breves, etc., completan el panorama informativo más recreativo, en el que también se puede incluir un buzón al que los soldados pueden dirigir consultas de todo tipo. Algunas columnas de opinión, como “Mañana” que siempre concluye con la expresión “Arriba España”, incluso recomendaciones, suponemos que para influir en las conciencias y las opiniones del personal, como la titulada “La mujer que flirtea” en la que se previene a los soldados de las artimañas de ciertas mujeres fatales.
A los periodistas que se ocupaban de los textos debemos añadir los dibujantes gráficos –como alguien que firmaba con el nombre de Tilu- que hacían buena parte de los dibujos, las viñetas y las caricaturas que se publicaban en la Hoja. Por cierto, también es reseñable la colaboración de los propios soldados en algunas de las secciones y noticias. Así, entre muchas otras contribuciones, podemos destacar al soldado de sanidad Eduardo de la Iglesia, al que se le deben bastantes columnas.

La sección denominada Chicas guapas.
La sección denominada Chicas guapas.

Entre los autores que firman artículos de opinión está Antonio Castro Villacañas, periodista y abogado con una larga vinculación con la prensa falangista, militante del Sindicato Español Universitario, que fue procurador en las Cortes franquistas y llegó a ser nombrado delegado nacional de Prensa y Radio. Álvaro Cunqueiro, poeta y dramaturgo que escribió tanto en castellano como en gallego y que fue un colaborador habitual con la dictadura hasta los años cuarenta y que recibió el Premio Nacional de Crítica en 1959 por su obra Las crónicas del sochantre. Ángeles Villarta Tuñón, una pionera del periodismo femenino en España, que formó parte de la sección de Prensa y Propaganda del Auxilio Social y que, con posterioridad, se dedicará al periodismo, a la literatura y a la labor editorial. Martín Holzner, quien firma varias columnas, entre las que destacamos una en la que, bajo el título “Una camaradería confirmada como esta con sangre y heroísmo no se olvida jamás” en la que hace una exaltación de las relaciones entre los soldados de ambos países, alemanes y españoles, en la causa común contra Rusia y Berthold Framke, ambos nos llevan a pesar que debió existir colaboración entre los medios informativos desplazados hasta el frente y que algunos textos de autores germanos podrían ser traducidos al español.
Conviene recordar que la División Azul partió en una sucesión de trenes desde diferentes puntos del país, convergiendo en Madrid muchos de ellos, desde donde se inició el largo viaje al frente oriental el 13 de julio de 1941. Los participantes, que se habían adherido por diversos motivos, siendo la lucha anti comunista la más frecuente, si bien otros lo hicieron para evitar condenas y penas de familiares represaliados, se contaban entre 45.000 y 47.000, con edades comprendidas entre los 20 y los 28 años de edad. Esta fuerza de infantería significó la ayuda propiciada por Franco a Hitler en el momento en el que el primero se decantó por la no beligerancia en el conflicto. De esta manera, España no enviaba un ejército, sino que eran voluntarios los que, por razones ideológicas, como hemos dicho, se unieron a las tropas alemanas, comandados por el general Agustín Muñoz Grandes. Como nota anecdótica, podemos decir que también cerca de 150 mujeres se incorporaron, para servicios de enfermería. De todos ellos, unos 5.000 se contabilizan como muertos, unos 8.700 sufrieron heridas, siendo más de 2.000 los mutilados y más de 400 fueron hechos prisioneros por los rusos.
El último número, el más extenso, llegando a las ocho páginas, concluye con abúndate material gráfico en el que se ve al general Lindemann poniendo condecoraciones alemanas a los voluntarios españoles. Al final, bajo una enorme cruz, se rinde homenaje a los caídos en Rusia, con el habitual “¡Presentes!” con el que solían concluir este tipo de dedicatorias.
Esto último estaba ocurriendo en marzo de 1944, sin haber obtenido sus objetivos de someter al enemigo soviético y con una situación que presagiaba el final del Eje, con Japón rendido tras haber acumulado varias derrotas navales, los aliados occidentales iniciando la invasión de Francia, Rusia -una vez frenados los nazis en Stalingrado- había ido recuperando las pérdidas territoriales y estaba próxima la reacción ofensiva contra Hitler en Europa central. Con un ejército en retirada y la derrota cercana, hay que destacar que en todo el tiempo que fue editada la Hoja de campaña, en ningún momento se hizo mención a que la guerra se podía estar perdiendo. Siempre mantuvo un espíritu de victoria en contra de la realidad de los hechos, de los que no se informaba. El conjunto –de escaso valor histórico, dada la falta de rigor de las informaciones, aunque no desde un punto de vista sociológico- resulta algo así como una crónica de un mundo ideal, varonil, militar, de cruzada, en definitiva de los valores del fascismo.

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