Las historias de vida de muchas de estas mujeres recoveras y matuteras son un ejemplo de amor, valentía, entereza, lucha y dignidad. Amor a sus hijos e hijas. Valentía, porque se enfrentaron solas a humillaciones, desprecios, acoso. Entereza, porque no desfallecieron tras la Guerra Civil, con el dolor por la ausencia de sus maridos (fusilados unos, presos otros, desaparecidos o enfermos). Lucha, porque cada día tenían que salir solas a ganar el sustento para los suyos en las condiciones más adversas. Dignidad, porque no consiguieron doblegar sus principios.
Ana Mora, nieta de Gertrudis la Recovera.
Testimonios
Pasión León Díaz, hija de Milagros Díaz Sánchez:
– ¿Cómo se ganó la vida su madre en Jimena?
– A La Línea por mandaos y yo se los vendía, yo era la vendedora, vendía todo lo que traía, yo era muy buena vendedora. En Jimena y por los campos, las huertas, un día dedicaba para cada sitio.
Mercedes Martínez, sobre su madre Josefa Rodríguez, presa en La Línea por hacer contrabando. Su padre fue fusilado en 1936 en Sevilla, de donde eran oriundos:
[En la Línea] compraba tabaco y lo vendía, y café. Entonces era que sacaban las matuteras cosas y había mucha gente que compraban y ella, la pobre, lo vendía y así íbamos tirando… Y la metieron presa, y yo con doce años… trece tendría, tuve que coger el negocio que tenía ella, para dejarle a mi madre dinero y que hiciera de comer para mi hermana y para mí y llevándole a mi madre a la cárcel. Que cuando me veía entrar se hartaba de llorar… le llevaba carbón, porque tenían allí un sitio para guisar, porque allí no le daban nada, le llevaba un pan, todo lo que yo podía.
Juana Riquelme Moreno, sobre su madre Antonia Moreno García. Su abuelo Antonio Moreno Vallecillo fue fusilado en Jimena de la Frontera en 1936:
Mi madre tenía diecisiete años, y se tuvo que poner de recovera. Recovera era ponerse a ir por los mandados a La Línea y traerlos para vender para poder ganar algo. Se quedaron sin nada porque lo que tenían era lo que mi abuelo ganaba en la fragua. Lo pasaron malamente, sí claro. A los tres años de que mataran a mi abuelo [fusilado en 1936] se murió mi abuela y se quedó mi madre con su hermano, los dos solos. Mi madre era una chiquilla y se tuvo que poner a traer algo para la casa para comer.
Andrea López Sierra, sobre su abuela Andrea Sánchez Molina, esposa de Andrés Sierra Godino, fusilado en Málaga el 20 de febrero de 1937:
No tenía oficio y se fue de recovera, al contrabando, a venderlo por los campos, escondiéndose para que no le quitaran las cosas… A veces llegaba al campo y vendía, a veces llegaba llorando porque no había vendido nada y no tenía nada que darle a las niñas… Muchas veces, decía mi abuela: Es que ustedes no sabéis lo que es levantarte y pensar para dónde voy para dar de comer a tus hijas, a traer algo para tu casa. Porque no sabía si iba a poder, o no iba a poder traer nada. A veces, iba y le cambiaban una cosa por otra… En fin, que pasó muchas calamidades.
Rosa Romero, sobre su madre Gertrudis Carrasco , la Manticha:
Mi madre pintaba seria, pero claro aquella época fue muy dura, yo sé bien todo lo que sufrió. Ella era una mujer muy alta, calzaba un 42, se hacía unas alpargatas con suelas de goma recogida del vertedero. Echaban tres días para ir y volver caminando desde Casares a La Línea. Mi hermana y yo nos quedábamos solas. Yo echaba mucho de menos a mi madre. Recuerdo que en invierno volvía con la ropa chorreando. Ella se acostaba y mi hermana se la secaba en el picón. Al día siguiente iba por las casas a vender lo que había traído. Si lo vendía todo iba a la semana siguiente otra vez a La Línea…así todo los días, afanando para ver cómo darnos de comer.

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